domingo, 11 de octubre de 2020

CUCARACHITAS



 A las 7:00 am, como todas las mañanas, Edith abrió los ojos más entusiasmada que otros días. Hoy se teñiría el cabello, luego de discutirlo por varias semanas con su madre por fin le arrebataba esa pequeña victoria, una que le acercaba a la independencia que soñaba, ser responsable de sus decisiones, de su cuerpo, de su imagen. Calentó el agua para bañarse, contempló por última vez su melena negra, larga y brillante hoy cambiaría a un color que todavía no decidía y sería recortado a la altura de los hombros. Repasaba todos los estilos y largos que noches atrás había impreso en el cibercafé de su colonia. Se detuvo un momento, admiró su desnudez y sintió una mezcla de vergüenza y desagrado; a sus 17 años su cuerpo, en pleno desarrollo, le había provocado algunos momentos bochornosos siendo los más aquellas veces en que notaba las miradas penetrantes de los hombres en la calle, incluidos compañeros y maestros de su escuela. 

Después de arreglarse mandó un par de mensajes a su amiga Sarita, quedaron de verse en la parada del camión. Empujó a su boca con prisa un pan y unos sorbos de café antes de despedirse de su madre y recordarle que hoy llegaría un poco tarde; al salir de la escuela pasaría al super con Sara por algunos productos para cuidar su nuevo peinado y se acompañarían hasta el salón de su tía Lupita quién se ofreció a hacer el trabajo sin costo. El salón se encontraba a unas cuadras de la casa de Edith así que regresaría caminando.

- Si ya es muy tarde espérame con tu tía y pasó por ti cuando regrese del trabajo, pero avísame antes por mensaje. No quiero que te vengas sola y menos con el pinche Joaquín molestándote. ¿Me oíste?

Joaquín era el novio de Edith quién le dejó luego de que él hiciera circular con su pequeño grupo de amigos fotos comprometedoras y un video teniendo relaciones. Era obvio que ese pequeño círculo se haría inmensamente grande. A sus 18 años se convirtió en el héroe de la escuela por grabarse y compartirlo. Presumir su “logro” le valió una expulsión de la escuela, el rompimiento con Edith y una llamada de atención por parte de las autoridades pues, aunque es un delito muy delicado en la actualidad no dejaban de ser “cosas de chavos” según el licenciado y los servidores públicos que atendieron el caso.

- Si má, no te preocupes. Espero no tenga mucha gente mi tía, tampoco quiero quedarme con ella. Su esposo me mira muy feo, creo que no le caigo. 

- Ay hija, ideas tuyas, además después del chistecito con el Joaquín crees que te iban a echar porras, no mijita, una muchachita se debe dar a respetar. Pero bueno, ya diste tu mal paso, acostúmbrate.

Cargó su mochila que en ese momento pesaba mucho más que otros días, llena con los señalamientos ya no solo de los vecinos, ahora también de su madre. 

El día transcurría de forma tranquila; habían pasado ya las primeras 4 clases, las más difíciles y aburridas según Edith. Sara había llevado algunas fotos en su celular con distintos cortes y colores, estaba igual de emocionada que su amiga y sabía que luego de todos los problemas con los que tenía que lidiar un cambio de imagen la fortalecería un poco. Estaban en aquello cuando una notificación llegó al celular de Edith, un mensaje desde un perfil nuevo y que incluso antes de abrirlo sabían de quien se trataba.

“Estoy muy arrepentido, por favor dame el chance de platicar contigo. Ándale, a la salida te invito un helado y platicamos por favor, no puedo vivir sin ti”

- ¿Es otra vez Joaquín verdad, que quiere?

- Quiere que nos veamos, lo más seguro es que quiera regresar. 

- ¿Y que piensas? Estás pendeja si lo vas a ver, ya hizo su gracia y nomás te tiraron a loca, que ganas dándole otra oportunidad.

- Es que, si lo quiero Sara, a pesar de lo que pasó pues nos entendíamos y me la pasaba muy bien con él. Me apoyó siempre cuando me peleaba con mi mamá y hasta me dejó quedarme en su casa cuando me corrió. No se me olvida que pasó las fotos aunque le pedí que lo borrara, pero sigo sintiendo algo por él.

Sara alzó los ojos al cielo intentando entender a su amiga, pero no encontró más que telarañas en el techo y adornos de día de muertos decolorados por el sol. 

“Nos vemos saliendo de la escuela, pero solo 15 minutos por que tengo cosas que hacer, ¿va? En el mismo lugar dónde me alcanzabas”


A las 2 de la tarde Sara y Edith echaron a andar con rumbo al super, no sin antes acordar que pasarían a hablar con Joaquín. Sara intentaba de todas las formas que se le ocurrían cambiar el pensamiento de Edith fracasando en cada momento, esgrimía argumentos tan ilógicos pero que en boca de la enamorada chica parecían muy convincentes y lograban desarmar a Sara que solo apretaba los dientes y bufaba con enojo. Luego de desviarse un par de cuadras de su ruta original se encontraron con Joaquín y un par de muchachos que se veían de mayor edad. Luego de intercambiar miradas incómodas Joaquín pidió hablar a solas con Edith, ambos jóvenes caminaron a una tiendita, tomaron un par de refrescos y comenzaron a platicar, charla que se tornó de momento escandalosa y violenta. Sara vio como Joaquín le daba una cachetada a su amiga y junto a los compañeros del muchacho corrieron a ver que pasaba, incluso la señora de la tienda salió a ver el pleito, Edith se abrazó de Sara y le pidió que se fueran de ese lugar. Joaquín se quedó maldiciendo a gritos y sentenciándola a arrepentirse después.

- Es un hijo de la chingada – dijo entre lágrimas de coraje – me pidió que regresáramos, que no me quería perder. Todo iba bien, pensé que era bueno, hasta que me dijo que si volvíamos podíamos hacer lo que quisiéramos, que si me animaba a un trio con sus amigos, que él grabaría y que lo subiría para que ganáramos dinero, que aprovecháramos ese talento que tengo. Que yo me podía meter con quien quisiera siempre y cuando lo grabara y que así nos haríamos de fama. 

- Que poca madre, pero te dije que no vinieras Edi. 

Tras llegar a pie al supermercado las lagrimas de Edith se habían calmado, no así su enojo que se incremento al ver reflejado su cuerpo en los cristales de la entrada, inmediatamente llegaron a su memoria las imágenes de aquel video y las imágenes que Joaquín le había sugerido. Sintió asco, dolor, arrepentimiento y una culpa tan grande y pesada que parecía que el suelo se abriría bajo sus pies y la tragaría por completo. La idea que al comienzo del día había sido su máximo ahora la veía con desgano. 

Caminaron por los pasillos del supermercado, Sara revisaba etiquetas de champú, enjuague, acondicionadores, tónicos, cremas para peinar y hasta productos para retocar el color. Cepillos, lociones para el cuero cabelludo y hasta accesorios bonitos cayeron en la canastilla. Había decidido destinar una parte de sus ahorros para compartirlo con su amiga, cualquier cosa era poco, pero lo valía con tal y verla de buen ánimo. Edith por su parte estaba ensimismada, repasando una y otra vez las palabras de Joaquín, el odio iba abandonando su cuerpo y poco a poco se llenaba de temor. Sabía que no se lo pensaría dos veces para hacer algo en su contra, la volvería a poner como lo peor y una vez más tendría que callar ante las miradas y el juicio de extraños y de su propia familia. Por un momento pensó en lanzarse a las ruedas de algún camión que pasara por la calle, eso sonaba más gratificante que la sola idea de enfrentar una vez más el rostro del escarnio. Pensó que nadie la extrañaría, ni su madre, después de todo su propia madre daba por sentado que lo que le había pasado era, en palabras de la señora, por no darse a respetar y por andar jugando a la modelo. Perdida en sus pensamientos Edith solo se limito a caminar tras Sara como una especie de zombi, un muerto andante que veía impotente como se consumía su estabilidad. 

Tras haber terminado las compras tomaron el camión que las llevaría hasta el salón de belleza de la tía Lupita, Edith regresó por unos momentos a la realidad solo para poder bajar del camión una vez llegando a su destino, ni siquiera notó cuando Sara había colocado un par de cucarachas en forma de estrellas para sostener su pelo que lucía despeinado. Las manos de Sara y el pelo de Edith se llenaron de brillitos por la diamantina mal pegada de los adornos. 


Dentro del salón las recibió doña Lupita, su tía era una mujer muy joven a comparación de don Paco quién fácilmente le sacaba ventaja en edad, ventaja de 15 años. Lupita las recibió con gusto, notó la mirada perdida de Edith y pensó que otra vez se había peleado con su madre.

- ¿Pues no ya le habías pedido permiso a tu mamá hija? Seguro se pelaron de nuevo por lo mismo, si quieres le llamó para convencerla… 

- No es eso tía – interrumpió Edith – me siento un poco mal, además mi mamá me dijo que si era tarde ella pasaría por mí y ya esta de acuerdo con el cambio.

- Bueno, tengo que hacer un trabajo a domicilio hija, no me tardo, mientras puedes esperarme con tu amiga, Paco va a llegar un poco tarde así que tendrá que quedarse solitas. Pero no tardo, mientras empieza a lavarte el pelo.

Doña Lupita guardó sus materiales y herramientas en un pequeño maletín rosa estampado de unicornios, tomó su bata y recogió su pelo con una liga. Faltaban 20 minutos para las 5 de la tarde. 


Luego de una hora Sara recibió un mensaje de mamá, estaba de emergencia en la clínica del centro, a su abuelita le había parecido buena idea “castrar” a las abejas del baldío de al lado y quitarles la miel. Tenía varías picaduras y la garganta se le había cerrado dificultando la respiración, sus hermanos estaban solos y tenía que ir a prepararles la comida y cuidarlos. Edith se encogió de hombros al escuchar la noticia.

- No te preocupes, si a las 6 y media mi tía no ha llegado cierro el salón y me voy. Vete, nos vemos mañana en la escuela, ¿va?

Sara tomó el camión en la esquina de la misma calle, en el camino iba pensando en que hubiera sido mejor traer a Edith a casa, su estado no era el mejor y aunque estaba en el local de su tía Lupe el lugar no era seguro pues en más de una ocasión le había dicho que el esposo de su tía le había hecho “cumplidos” muy vulgares e insinuaciones, aunque seguro su tía ya estaba en el local y su mamá pasaría a recogerla, además según su propia esposa, don Paco llegaría hasta tarde y ese “hasta tarde” era después de las 11 de la noche. Por un momento se sintió tranquila, se limitó a escuchar música y perderse un rato en internet. Llegando a su casa recibió un mensaje de voz de Edith, llorando le decía:

“Estoy hasta la madre de esto, de que todo el mundo piense que soy una puta, a la que pueden tomar a su antojo y llevarla al motel” 

Fueron las últimas palabras de su amiga. Tras muchos mensajes e intentos de llamadas el sueño la venció, ni siquiera notó cuando llegó su madre del hospital, la abuela estaba fuera de peligro, pero se quedaría en observación un par de días. A las 5 de la mañana despertó por el fuerte tono de llamada, era la madre de Edith, no había llegado a su casa, no estaba en el local cuando su tía llegó e incluso don Paco se había sumado a la búsqueda a pesar de haber llegado hasta ya entrada la noche. 

- ¿Sara, conoces a un tal Rodrigo? Entré al cuarto de Edith y en su Tablet tenía abierta su sesión, tiene mensajes de ese Rodrigo y le dice que la vería hoy en la tarde. El último mensaje fue de hoy a las 2 de la tarde, pero Edi ya no le contestó.

Sara solo conocía a un Rodrigo, al menos uno en común con Edith, un chico que habían conocido hace un par de meses. Rodrigo se sentía atraído por Edith pero ella no le correspondía, su lealtad era completamente para Joaquín. Llena de preocupación y algo de culpa despertó a su madre, le pidió que la llevara a casa de Edith. 


Tras 3 días de búsqueda por parte de familiares las autoridades lanzaron la alerta por la desaparición de la joven Edith Aragón de 17 años de edad y tan solo un par de días más los periódicos de la ciudad llenaban sus primeras planas con el macabro hallazgo del cadáver de una joven. Con una edad estimada entre los 16 – 19 años de edad, había sido encontrada en un basurero colindante con la colonia San Miguel, una de las colonias más violentas y peligrosas del municipio, de la que presuntamente era habitante, estaba completamente desnuda, con aparentes signos de violencia sexual y un par de cortes con arma blanca en el lado izquierdo del pecho, trataron de amputarle el seno. Fue encontrada con bolsas de basura sobre el cuerpo para tratar de ocultarlo y con el rostro devorado por la fauna del lugar. La primera en llegar al lugar fue una joven de nombre Sara Gómez, amiga de la victima quién pudo reconocerla gracias a los accesorios para el cabello, conocidos como cucarachitas, en forma de estrella. La madre de la finada al arribar al lugar del hallazgo sufrió un ataque de pánico y perdió el conocimiento. Las primeras investigaciones apuntan a un crimen pasional, se sabe que la victima había enfrentado problemas legales por la difusión de un video íntimo, el exnovio fue detenido y esta siendo interrogado. Además, se detuvieron en el lugar de los hechos a un indigente quién al notar la presencia de los uniformados trato de huir y de un trabajador del tiradero quién descubrió el cadáver para que rindan su declaración. En palabras de algunos vecinos de la difunta.

“Era una muchacha aparentemente tranquila, pero luego de su escandalo se supo quién era en realidad, imagínese, una señorita de casa no se anda comportando así. Lo más seguro es que andaba en malos pasos y por eso acabo como acabó.” 

“Pues estaba muy chica para andar en la pornografía, pero ya sabe como es ese mundo, abundan las drogas y excesos, lo más seguro es que no se quiso mochar con su representante, Dios la perdone.”

“No la conocía, pero era bien coqueta la chamaca, traía vueltos locos a la mayoría de muchachos de la colonia.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario