CUANDO NADIE NOS VE
Julio de 2019
Un tenue brillo se veía a lo lejos, nacido de una pequeña
pero acogedora cabaña. Fernando la había alquilado para festejar el reencuentro
con aquel que consideró por muchos años el gran amor de su vida: Livia. Pasaron
casi 4 años que se despidió de ella en la terminal de la ciudad capital,
lamentó cada día el no haberla abrazado por última vez, un abrazo tan fuerte,
tan ardiente y lleno de amor que los fundiera en un solo ser, que evitara su
separación.
Pasaron los días, ella le prometió regresar, algún día
quizás… Ese día jamás llegó, y la distancia hizo más profunda la brecha en su
relación, hasta que se extinguió.
Unas semanas atrás se reencontraron, una breve charla derivó
en un café, una salida a comer y por la tarde y platicas que se extendían hasta
casi el amanecer. Fernando explotaba de alegría cada que leía sus mensajes o
que la miraba a los ojos mientras sorbía el café. Su amor renacía a cada
momento, Livia se mostraba cándida y cariñosa, recordaban juntos sus escapadas
al campo o cuando se perdían por horas en la ciudad buscando la nueva pieza
para la colección de Fernando, su cacería de comics, viejos tiempos.
La mañana anterior al 7 de julio, almorzaron como de
costumbre, los comensales vecinos se alejaban lentamente incómodos, la pareja
explotaba en una fuerte discusión, Fernando se notaba molesto y confundido,
Livia por su parte destilaba dureza, frialdad y furia. El punto crítico se
alcanzó cuando la joven muchacha exclamó:
-
¡Ojalá no hubiera aceptado tu invitación
nuevamente, sabía que se saldría de control!
Salió molesta y apresurando el paso, mientras Fernando
apenado recogía los pedazos de platos, tazas y dignidad.
La distancia se rompió por la noche, cuando al celular de
Livia entraba un mensaje que decía:
“Lamento lo de esta mañana, por favor, permíteme
recompensarte. Te veo mañana por la tarde en el parque del zócalo, sé que te
encantará”.
Livia sintió remordimiento, después de todo, fue ella quién
comenzó todo. Aceptó la invitación, algo en su corazón le hacía querer ir.
Fernando llegó puntual a la cita, incluso alquilo un
elegante traje a medida. Livia por su parte llegó vestida discretamente,
detalle que el hombre pasó por alto, irradiaba belleza antes sus ojos.
Presuroso la escoltó hasta su auto y le ayudo a entrar, estaba tan emocionado.
Emprendieron su viaje.
Durante poco más de 40 minutos reinó el silencio, hasta que
Livia preguntó hacia dónde la llevaba.
-
Hace años, prometimos ir a un viaje al parque
ecológico a las afueras de la ciudad. Ayer pude alquilar una cabaña en la villa
turística, quiero que este viaje sea inolvidable.
Livia dirigió su mirada por la ventanilla durante el resto
del viaje, pensando en las viejas promesas que se hicieron.
Una vez instalados la chica contempló con admiración todos
los detalles que Fernando había dispuesto en el lugar: sus flores favoritas
adornaban una mesita de centro, velas perfumadas con aroma a violetas cuya luz
escapaba ligeramente por la ventana. Un delicioso pastel de chocolate y helado
de vainilla era el postre que coronaba una rica cena de cerdo y verduras. La
pequeña casita contaba con una cama, grande y muy cómoda pues era el sitio
romántico ideal para muchas parejas que se alojaban cada semana. Esta ocasión
estaba adornada con sabanas rojas.
Fernando destapó una botella de ron para celebrar, sabía que
Livia no se podía resistir al ron especiado, su aroma y sabor llenaron los
vasos pues le encantaba tomarlo solo. Brindaron, con cierta timidez mirándose
fijamente, una breve sonrisa de ella bastó para que el enamorado muchacho la
tomara entre sus brazos y le pidiera, susurrante, que bailaran su canción, la
que los acompaño durante mas de 5 años de relación. Livia se encontraba perdida
en sus recuerdos, pero la calidez de Fernando la hacía sentirse segura y poco a
poco se entrego a sus sentimientos reavivados. El joven la separó un poco de su
cuerpo, tomándola por los hombros y al compás de la música le dijo:
-
Mi amor, lamento mucho haber llegado por segunda
vez tarde a tu vida. Durante mucho tiempo guarde en mi pecho la esperanza de
volver a verte, sentir tus manos cobijadas por las mías, el aroma de tu
perfume. Poder jugar con tu cabello por las noches, besarte y embrutecerme con
tu aliento. Imaginé cada noche mil y una versiones distintas de nuestro
reencuentro, y ninguna se acercó siquiera a lo mágica que fue la real. Te juro,
que a pesar de que probe otros labios, me fundí con otros cuerpos y compartí mi
esencia con otros seres jamás encontré la calma que traías a mi alma. Por eso,
quiero que seamos uno, consumando los sueños que durante años compartimos,
anhelo caminar de la mano contigo hasta la eternidad y continuar nuestro viaje…
Livia sintió una punzada en el corazón, como un choque que
entraba por su espalda y le recorría todo el cuerpo, sentía que flotaba pues
perdió la fuerza de sus piernas durante unos segundos, quería expresarse, pero
Fernando silenció sus palabras con un beso tan fuerte que sentía que la vida se
le escapaba mientras la apretaba con fuerza contra su cuerpo. Tras la muestra
de amor, el joven la cargó con sus flacos brazos y la llevó hasta la cama, sin
apartar la mirada de su amor la deposito con suavidad sobre las rojas sabanas y
le murmuró:
-
Sé que en esta vida es imposible cumplir este
sueño, por eso querida mía, decidí que esta sea nuestra última morada en este plano.
En la eternidad nos encontraremos una vez más, sin nadie que se entrometa, ni
tu pareja actual ni las pasadas. Seremos uno para el otro. Mi corazón se rompió
ayer y desde ese momento vago muerto en vida, pero hoy nos haremos compañía.
Livia se encontraba inmóvil, su débil aliento no le permitió
gritar pidiendo ayuda y sus clamores se apagaron a la par de las tenues luces
de las velas. Solo la luna alcanzaba a filtrarse ligeramente. Sintió como la
punzada en su corazón se perdía mientras un enorme cuchillo estaba tirado en el
piso embarrado de su espesa sangre. Fernando le dio un beso por última vez,
aquel ron le hizo perder la movilidad de sus miembros y ya nada podía hacer, su
enamorado le había robado el último suspiro. Con ternura cerró sus ojos y besó
su frente, se despidió de su gran amor y acto seguido se disparó en la boca, apresando con fuego el sabor de su gran amor.
Se que vas a llegar tan lejos como te lo propongas, no dejes de escribir nunca, éxito!!!
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